Friday, August 24, 2007

El instante en el que se rompe el tacón de de un zapato


Repentinamente tomó su tacón, su último par
El equilibrio perdido por una admiración
Cadáver exquisito
Un maldito día como cualquier otro
Es un día como cualquier otro y es necesario seguir el paso
Medio salto al vacío simulado
Y el dulce crujir la llevó a un orgasmo risorio
Y después de todo, al llegar a casa observó a su esposo con los zapatos rotos de otra mujer
Y lo más fácil fue olvidarlo
Cinco centímetros de embarazoso precipicio ¡no pudo pasar en mejor ocasión!
Desquitar los pasos que inevitablemente se volverían de marea
Estacionarse un poco en verde, en opaco, muerto
Después guardó un minuto de silencio por el tacón caído.
(Primer ejercicio del grupo literario "Sin Musa"

Friday, August 10, 2007

Mi reloj



Mi hermoso reloj nuevo adelantaba, pero lo mandé a componer y rápidamente dejó muy atrás a los mejores relojes de la ciudad.



Por: Mark Twain

Tuesday, July 24, 2007

Dime qué es?


(Esto no es una pipa.)
La dinámica es simple, imaginen una pipa tangible que tiene este escrito en ella, entonces... ¿qué es?
Quien tenga la respuesta correcta ganará dos caguamas, el premio segurá subiendo...buena suerte.

Tuesday, March 27, 2007

Triverde

Verde I

El número de mis pestañas
Se multiplica insuperablemente
Con cada corte de mano

Con parpadeos le sigue
El ir y venir
ir y venir
del cuchillo por el cilantro

el verde deshaciéndose en sus manos.

Verde II

Titubea, verde copa con verdea al caer, pues al manchar al verdecelón verdeará éste profundamente cuando el verdecillo deje de atravesar el verdegal para visitarlo, pues después de lavado será verdegay, y no verdeja como le gusta a él. Entonces el verdecillo irá a volar junto al verderol por el verdemontaña inundado de verdugos encantadoramente verdetes, charlarán sobre el verdinegro de la noche con una vaca de apellido verdín, mientras ésta come pasto verdiseco y sueña con las verdolagas que cosecha la verdulera en su verdusco huerto.

Verde III

Las gotas escurrieron una a una, disminuyéndose por la tela, cayendo al piso en un desbarajuste a medias: silencioso y a obscuras; mientras, yo dormía-soñaba con el olor de su cuello y gradas infestadas de gente como termitas alcohólicas y psicotrópodas, bailantinas con pequeñas faldas tableadas de colores, paraguas de fantasía, alguna sonrisa lejana y ojos afrutados.
Todo, salvo el cielo y algunas series de luces blancas dispuestas como telaraña, me indicaba absoluto negro, aunque debo confesar que al recostarme sobre una banca de parque común, sentí cálida y reverdecida mi piel.
Comencé a dormitar –aún dentro del sueño primero- y desperté –de los dos sueños- por alguna gota de agua estrellada sobre mis labios.
Había en una esquina de mi habitación un pequeño escritorio, que me servía a la vez de comedor, mesa de estudio y de operaciones para cigarros de distinta y variada denominación, en donde la noche anterior había dejado una jarra con un poco de limonada; ésta se volcó y el líquido cayó sobre el último corpiño limpio que me quedaba.
Las gotas escurrieron una a una, disminuyéndose por la tela, y así, por la mañana encontré en la mitad de mi cuarto una bonita rama de perejil, que había crecido entre la boquilla de la cerámica terrosa. Al acercarme un poco para percibir su aroma, vi entre los vértices de una de sus hojas, rodeada por una bonita red luminosa, una diminuta araña verde, feliz.

Por:
Sarahí Aguirre Granillo

Thursday, February 15, 2007

Nocturno



Hace tanto tiempo -me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado, desnuda como el viento.

Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas; bajé a mordiscos por el perfil de la luna, me detuve en las corvas, la escuché suspirar.
- Sigue soñando -le suplique-. No vayas a despertar.


Por:
Felipe Garrido.

Monday, February 05, 2007

Una pasión en el desierto




El extenuado y sediento viajero perdido en el desierto
vio que la hermosa mujer del oasis avanzaba hacia él
cargando un enorme cántaro en el que casi se oía bailar
al agua.
- ¡Por Aláh! -gritó-. ¡Díme que esto no es un espejismo!
-No -respondió la mujer, sonriendo-. El espejismo eres tú.
Y
En un parpadeo de la mujer
El hombre desapareció.



Por:
José de la Colina.

Tuesday, January 30, 2007

Enamorado.


Le propuso matrimonio.
Ella no aceptó.
Y fueron muy felices.


Minicuento anónimo .